
Antes de regresar a la política, ganar unas elecciones nacionales y convertirse en el primer aspirante a canciller de la historia moderna de Alemania que no consigue el cargo en la primera votación del Parlamento, el nuevo líder del país, Friedrich Merz, aceptó una invitación para asistir a una reunión de la Legión Extranjera Francesa en Córcega.
De último momento, los organizadores le pidieron que llegara a la plaza de armas no por carretera ni tren, sino en paracaídas. Merz, entonces abogado corporativo, nunca había saltado de un avión. Pero un compañero recordó recientemente que Merz no dudó en hacerlo. Realizó el salto, con éxito, pero con un aterrizaje un poco accidentado.
Aún no están claras las implicaciones a largo plazo del más reciente aterrizaje brusco de Merz: convertirse en el nuevo canciller de Alemania.
Después de necesitar dos rondas de votaciones en el Parlamento, es el líder de Alemania. Pero toma el cargo en un momento crucial para la economía, la seguridad y el papel de la nación en Europa, y con nuevos interrogantes a su alrededor.
Su intento fallido de conseguir suficientes votos en la primera ronda de votación el martes sucedió en un momento en el que debe discutir con los legisladores cómo afrontar las crisis internas y externas, al tiempo que busca frenar el auge del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD).
Merz es producto del Sauerland, en el próspero oeste de Alemania, una región que define sus políticas y su personalidad. Durante su campaña usó el lema “Más Sauerland para Alemania”, evocando la imagen de la región como un centro vital del país.
Sus partidarios lo califican de político ágil con potencial para cumplir en los grandes temas que preocupan a la opinión pública alemana: crecimiento, defensa, migración.
“Creo que está muy bien preparado y que es muy profundo y reflexivo”, dijo John Schmitz, consejero adjunto de la Casa Blanca con George H. W. Bush. Schmitz ayudó a contratar a Merz para trabajar en las oficinas alemanas del bufete de abogados Mayer Brown de Chicago y, alrededor de 2005, saltó del avión en Córcega con Merz.
Pero otros dicen que a Merz le cuesta planificar más de un paso adelante, lo que lo lleva a incumplir promesas y lo hace vulnerable a reveses inesperados, como la votación del martes.
Sus cambios de actitud sobre el gasto y la migración han alejado a muchos de los votantes conservadores de su base. Y Merz y su partido han caído en las encuestas desde las elecciones, lo que ha permitido a la AfD empatar con ellos en algunos sondeos. Incluso antes de su tropiezo parlamentario del martes, tenía uno de los índices de aprobación más bajos de cualquier dirigente alemán de la era moderna.
Hay un viejo refrán que dice: “Hagas lo que hagas, actúa con prudencia y ten en cuenta el final”, dijo Ruprecht Polenz, ex secretario general del partido de Merz. “Esta forma de pensar”, añadió, “no me parece su mayor punto fuerte”.
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